sábado, 19 de enero de 2013

IV noche



Esta vez eres tú quien ha venido. Apenas una sombra curiosa que aparece y desaparece con la suave oscilación de las cortinas. Tu sonrisa de fauno trepa hasta alcanzar la orilla de mi cama, tus dedos marcan un compás sobre las protuberancias de mi columna. Bisbiseas y el llanto empieza a menguar. Te pido que no te vayas y tú niegas, ambiguo, sin dejar de dibujar la línea de mi espalda. Intento aferrarme a tu calor. ¡Qué pequeña luzco a tu lado, qué tonta y aniñada!
El sonido de tu risa me sonroja el corazón.

     Quisiera ser la reina de las nieves y congelar nuestro tiempo — te susurro. Tus brazos me ciñen con fuerza, esa es la única respuesta que te permites, la única que puedo obtener.  

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A la mañana siguiente me despierta el aroma a mandarina: una fruta reposa sobre la almohada vecina. En la cáscara anaranjada se aprecia una expresión sonriente, cortesía de un rotulador…

Somnolienta, me río. Creo que tengo el incentivo necesario para afrontar la semana de exámenes que se me viene encima…

Jackson Pollock by Miltos Manetas