Segunda parte
Pero tú y yo, amor mío, estamos juntos,
Juntos desde la ropa a las raíces,
Juntos de otoño, de agua, de caderas,
Hasta ser sólo tú, sólo yo juntos.
Soneto
II — Pablo Neruda
I
20 años antes…
Picón
Salas había comentado en una oportunidad que la fórmula para crear un ensayo
era “tener algo que decir; decirlo de modo que agite la conciencia y despierte
la emoción de los otros hombres, y en lengua tan personal y tan propia, que
ella se bautice a sí misma” y había asegurado que ésta era la misma fórmula que
usaba la literatura. Ifigenia nunca se cansaba de repasar las palabras del
maestro merideño. ¿Quién iba a imaginarse lo que le depararía seguir este
consejo? Había tenido una idea, la había desarrollado al máximo de su joven
capacidad (contaba apenas 23 años) y…bien, la había mostrado al mundo, para
terminar siendo arrastrada al ojo del huracán…
—
¿Estás
lista? — preguntó Hee Jin, sosteniéndole la
mano.
—
En
lo absoluto — dijo, alisándose pliegues inexistentes de
la falda.
—
¡Bienvenida
a la SBS!
La
SBS de Corea del Sur. ¡Por los molinos del Quijote, estaba en Corea! Ojos rasgados, ojos rasgados por
todas partes. Ojos rasgados viéndola, señalándola, escrutándola. Ifigenia deja que
Hee Jin sea la mediadora y se limita a seguir las instrucciones que la chica le
ha dado previamente en el auto. Sonríe, inclínate, no respondas preguntas si no
quieres. Aprieta un par de manos, dice que tiene 23 años, el nombre es Ifigenia
Zambrano, no, no está casada; es Licenciada en Letras, hace poco que se graduó…las
puertas del ascensor de cristal se cierran y al fin puede relajar los cachetes.
En un parpadeo borra todos los nombres que le han dicho recién sus
interlocutores.
—
¿Estás
bien? — cuestiona Hee Jin en inglés.
—
Recuérdame
qué estoy haciendo aquí, por favor.
Su
compañera ríe y le da unas palmaditas en el hombro. — Estás aquí porque vamos a filmar una serie basada en tu
libro.
Se escucha un
timbre, el elevador abre sus puertas.
Ifigenia
tiene unos flashes vagos: el manuscrito terminado, los rechazos de diversas
editoriales, el deseo de quemar el trabajo, de rendirse; tocó una puerta más
(“tocar no es entrar” decía la abuela), alguien dijo “sí”, treinta mil
ejemplares para comenzar, entrevistas, fotos, ofertas, fiestas, cartas;
críticas, destructivas, ultradestructivas y un buen porcentaje de opiniones
favorables…
….bajaron
las llamas, el arroz se coció lento; la nominaron para un premio, cenó sola en
su departamento con su estatuilla de plata, la mirada prendada del armario
desalojado por el ex novio. Bruma, bruma, bruma. Una llamada de Bianca, alguien
tiene una propuesta para ella. Reunión en el hotel Alba, el hombre es coreano, tiene
un apellido difícil de pronunciar y le extiende un documento. Ifigenia plantea
unas condiciones y lo firma.
—
Señorita
Zambrano, bienvenida.
Ifigenia
pestañea. Se han acabado los pasillos blancos y está parada en el umbral de una
habitación enorme en cuya periferia se observa una larga mesa rectangular. Seis
personas la lideran, las mismas que se han incorporado de sus respectivos
asientos para saludarla.
Sonríe,
inclínate, no respondas preguntas si no quieres.
—
Confío
en que haya tenido un viaje confortable. Le presento a mi equipo de trabajo.
Choi,
Yoo, Han, Jung, Park…y Lee, sí, ya lo recuerda, Lee es el director general, un señor
bajito con un porte a lo Kim Sang Jung y un apretón firme, además de su
excelente manejo del inglés. El grupo le hace espacio en la mesa e Ifigenia se
sienta en medio de los guionistas, Yoo Hana y Jung Hyun Jung (hijo). El
director Lee le ofrece algo de beber, ella pide agua. Consigue ver cómo el
hombre hace una seña a Hee Jin y ésta abandona el recinto, después se vuelve de
nuevo hacia Ifigenia.
—
Ante
usted hay un portapapeles, en su interior encontrará los perfiles de los
aspirantes que se presentarán al casting para interpretar al personaje de Mark.
Hasta el momento tenemos tres favoritos — expone,
acomodándose los lentes de montura cuadrada. — Hyun Bin, Park Shi Hoo y Lee
Minho.
Ifigenia ubicó los
perfiles de los tres actores con ayuda de la señorita Yoo. Hyun Bin y Park Shi
Hoo le gustaron, el primero por el aire de determinación que inspiraba su
mirada y por las pequeñas líneas de expresión sobre la frente que le hablaron
de la edad, de la nostalgia, del azote del tiempo, muy acordes con su
atormentado Mark…sí, Hyun Bin le gustó mucho. Shi Hoo, por su parte, era
maduro, masculino y con un interesante equilibrio de naturalezas que capturaba
con gran agilidad en sus expresiones…podía mostrar una picardía oscura o una
indiferencia resignada con una elocuencia tal que dejaba al espectador como
pasmarote. No estaba nada mal.
A la postre, luego
de estudiarlo detenidamente por un rato, el único que no logró convencerla fue
el señor Lee Minho y así se lo hizo saber al director.
—
Este
chico emite demasiada luz…no sé, no puedo imaginarme a Mark cuando lo miro…se
supone que debería “drenarme” la energía no revitalizarla más, quiero decir, es
capaz de “moverme”, claramente consigue desbordar a quien lo observa pero solo
en el buen sentido…y Mark es un personaje con una profunda oscuridad interior,
no es la clase de persona a la que quisieras devolverle la sonrisa… ¿me
explico?
—
Sí,
la sigo — respondió el director Lee — pero no nos
apresuremos a descartarlo ¿alguna vez ha visto actuar al señor Lee, señorita
Zambrano?
—
En
realidad, no — reconoció Ifigenia, sintiendo un
repentino cosquilleo en las mejillas.
—
Entonces
habrá que darle la oportunidad de probarse ¿verdad? Y para eso hemos escogido
unas líneas del capítulo dieciocho, después de que Mark descubre la verdadera
condición de Callie.
El
capítulo dieciocho había sido difícil porque Mark estaba en una encrucijada,
afectado por la bomba de sentimientos que repercutía en su interior. Negación, repudio,
desconcierto, ira, negociación… y amor, ese amor punzante por Callie que se
mimetizaba entre todo y lo asfixiaba. Ifigenia había acabado exhausta sobre el
teclado; tres semanas reeditando párrafos y escenarios, buscando las palabras
exactas, la habían dejado con el espíritu hecho polvo. Cuando el señor Choi, el
segundo director a cargo de la filmación, le enseñó las líneas que serían
citadas sus expectativas aumentaron.
—
Ya
es tiempo de comenzar — anunció el señor
Lee, comprobando la hora en su Rólex — Señorita Kim levante las persianas, por
favor.
Hee Jin hizo una inclinación y se acercó
a una de las paredes de cristal, cubierta por persianas, que flaqueaban la
puerta de doble hoja principal. Tiró del cordón localizado en un extremo y el
exterior quedó a la vista. Ifigenia abrió los ojos como platos y palpó con
nerviosismo la superficie plana del mesón tratando de alcanzar la botella de
agua. ¿Es que todos los hombres de Corea se habían congregado para el casting?
«Dios
dame fuerza», rogó en su fuero interno mientras el equipo le daba la bienvenida
al primer aspirante.
Continuara...
__________________
Avanzas rápido...bueno..."rápido" para el ritmo que generalmente suelo llevar. Espero poder terminarte pronto, callar las voces, y luego volver a los proyectos que tengo pendientes...
Mis tulipanes rojos para ti,
Belle.